Desde el año 2000, el skyline de Londres tiene un elemento más, la gran noria, bautizada como el London Eye, es decir, el ojo de Londres, situada en una posición privilegiada en pleno centro, a orillas del río Thamesis. En los últimos años se ha convertido en una de las atracciones más visitadas, sobre todo si viajas a la capital británica con niños.
Foto: http://www.laviajeraempedernida.com
Eso fue lo que me ocurrió esta vez. Había estado ya muchas veces en Londres pero esta era la primera que visitaba la ciudad con mis hijas, y la presión llegó a ser importante. ¡Mamá, mamá, por favor, por favor, llévanos al London Eye! La verdad es que a mi también me apetecía mucho ver la ciudad desde lo alto de la noria desde la cual el Big Ben y las casas del Parlamento parecen habitadas por pequeñas hormigas.
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Bajo estas líneas comparto las tarifas básicas (año 2015). En concreto en estas, que son las más económicas hay que respetar un día y una hora. Y también armarse de paciencia pues las colas para subir a la noria son eternas. Calcula mínimo media hora de espera. Otro consejo, mejor compra las entradas por internet con antelación, así al menos evitarás las colas en la taquilla que también suelen ser bastante largas.
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Si no te gusta esperar, hay más opciones. En la web por alguna libra más encontraréis entradas VIP de acceso rápido, es decir, sin esperar colas. Pases combinados con otras atracciones, pases sin hora cerrada para un día, una semana, pases especiales para grupos…. Además en verano hay también entradas nocturnas (algunos viernes). Y si te animas, hasta puedes alquilar un cabina para ti solo. Una opción que gusta mucho a empresas que ofrecen un viaje en la noria a sus equipos con catering incluido. En fin, antes de decidirte consulta pues las opciones son variopintas.
Apostamos por la estándar y vale, nos tocó esperar ¡casi una hora de cola! Tiempo que empleamos en tomarnos un helado, hacer fotos y contemplar a la gente, cosa que en Londres es un pasatiempo. Ver a tu alrededor gente de todas las razas, procedente de todos los rincones del mundo es fascinante.
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Durante la espera aprovechamos también para informarnos un poco más sobre la historia y curiosidades del Ojo de Londres, también llamada the Millenium Wheel (la rueda del milenio) pues como os contaba, se creó en el año 2000 justo para conmemorar la entrada en la nueva era. Inicialmente iba a ser una estructura provisional pero su éxito caso obligó a su permanencia.
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El recorrido completo dura media hora. En su punto más alto, la noria alcanza los 135 metros y la visibilidad abarca ¡40 kilómetros!. Confirmo que ver la ciudad desde esta altura ayuda primero a hacerse una idea de las superlativas dimensiones de Londres. Y por otro, uno tiene la sensación de estar contemplando una maqueta gigante.
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Otro dato curioso es que la noria está siempre en movimiento, eso sí, avanza muy despacio (en algún sitio he leído que se mueve unos 0,26 metros cada segundo). No sólo para permitir cómodo acceso y salida de los visitantes a las cabinas. También para poder disfrutar de las panorámicas sin prisas ni agobios. Por tanto, fuera miedo. El London Eye es una atracción tranquila, que no tiene nada de temerosa y es apta para todo tipo de viajeros.
Así, pasito a pasito llegamos a nuestra cabina o cápsula. Sorprende lo grandes que son, con capacidad para 25 personas. Podríamos decir que es una gran bola de cristal con asientos, pantallas informativas y ¡con wifi!, detalle importante. Al parecer hay un total de 32 cabinas, una por cada distrito de Londres.
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El momento culminante del viaje es cuando se llega al punto más alto. Una sensación que hay que vivir. Literalmente uno siente que ha tocado el cielo. La pega es que se hace corto. A mi al menos me hubiese encantado detenerme más tiempo allí arriba contemplando el horizonte de Londres. Reconozco eso sí que el día que subimos tuvimos suerte con un día despejado. ¡Disfrutamos un montón!.
Así que no me arrepentí. Subir al Ojo de Londres fue una experiencia fantástica y las niñas se lo pasaron muy bien. Compensó el gasto realizado. Eso sí, no podemos decir que hemos estado en la noria más grande del mundo. Al parecer, la de Londres perdió hace ya tiempo ese título, arrebatado por varias competidoras. La última es la High Roller de las Vegas, con 167 metros de altura. La sigue, ¡165 metros de alto! la Singapore Flyer. La Star of Nanchang, en China, con sus 160 metros.
Leo también que ya está en construcción el más grande todavía; la Nippon Moon en Japón, la cual está previsto, duplicará al London Eye. Y hay otras ciudades como Nueva York que también quieren la suya. Está claro, la batalla por lograr la noria más grande del mundo está en auge.
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Al bajar, aprovechamos para quedarnos por la zona, y pasamos una buena tarde en al parque anexo, con una estructura de madera gigante que fascina a los más pequeños. La guinda a una jornada muy agradable.
Para finalizar unos dato prácticos sobre cómo llegar. Si te animas a subir a la gran noria, las paradas de metro más cercanas son Waterloo o Westminster. La noria se ve nada más salir del metro, justo detrás del Bib Ben. No hay pérdida
Fuente: http://www.laviajeraempedernida.com
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